martes, 5 de enero de 2010

Moon, Duncan Jones

Dicen que la soledad es mala, que es triste... Yo digo que la soledad, sobre todo, es aburrida. El argumento de Moon gira en torno a la soledad. Y a pesar de que la idea es buena, el resultado es soporífero.

Personalmente, no alcanzo a comprender el aluvión de críticas positivas que ha recibido la primera película de Duncan Jones. Por no olvidar las siete nominaciones y once premios, entre los que se cuentan los de Best Actor, Best Film, Best Production Design y Best Screenplay en la edición de 2009 del festival de Sitges. O tal vez si que puedan tener una explicación...

En primer lugar, un mínimo de investigación genealógica nos descubre que Jones es el hijo de David Bowie. Tener como progenitor a uno de los grandes ídolos de la cultura pop y glam hace que los críticos vean tu obra desde una óptica muy distinta, mucho más positiva. De hecho, si hay algo que todo crítico tarda menos de cuatro líneas en remarcar acerca de Jones al hablar de Moon es que, siendo ésta su primera película, no quiere usar el apellido artístico de su padre para que de ese modo la atención no se desvíe de su obra. Oh, qué bonita publicidad encubierta.

Por otro lado, la película tiene ese estilo "minimalista", "reflexivo", "avant-garde"... y una larga ristra de epítetos que los columnistas de publicaciones gafapasta suelen utilizar para describir sus películas favoritas y justificar que ellos las valoren como obras maestras mientras al vulgo común nos parecen un soberano coñazo. Moon, a pesar de durar poco más de una hora y media, es una película durante la cual miré más de una y dos veces al reloj mientras pensaba en lo divertido que sería estar en ese momento en cualquier otro sitio, haciendo cualquier otra cosa.

De todos modos, no todo en Moon es malo, ni mucho menos. El argumento de la película es interesante y original. Sam Rockwell es un operario encargado de revisar y manejar la maquinaria de una base lunar en la que se recoge y procesa material que, en la Tierra, será usado como combustible. El contrato de trabajo dura tres años, y durante ese tiempo Sam estará únicamente acompañado de un ordenador parlante, y de los recuerdos de su mujer y su hija. Todo marcha bien hasta que un día Rockwell sufre un accidente en una de sus salidas rutinarias, y al volver a despertar en la base, empiezan a suceder cosas extrañas... Empezando por la presencia en la misma de Sam Rockwell. De otro Sam Rockwell. Si bien los acontecimientos que se desarrollan dan forma a una historia interesante, el desarrollo de los mismos es aburrido, sin ritmo ni tensión.

Moon ha errado el medio. La historia funcionaría a las mil maravillas en formato de relato corto, aunque el final no deja de ser ligeramente previsible. Pero el resultado como guión para la gran pantalla, a título personal, se me antoja como un mal café: descafeinado e inapetente.

Lpr.

4 comentarios:

Cattz dijo...

¡David Bowie!
Ahora tengo trauma con ese hombre XD

Interloper dijo...

La verdad es que, en comparación con la peli de Bowie, esta es la fiesta. Claro, que en comparación con la de Bowie, un velatorio es un carnaval...

Entrari dijo...

Pues fijate, después de leer la critica tengo ganas de verla. No sé si aún estará en los Renoir.

Interloper dijo...

Pues nada, ya me contarás cuando la veas...