Si alguna vez llegases a una situación en la que toda tu vida se va al traste... ¿Qué harías?
En Puerta al Verano, Heinlein pone ante esa pregunta a Dan B. Davis, un ingeniero e inventor que se dedica a diseñar robots de domótica, que ama su trabajo y disfruta con él. Después de haber creado un robot llamado Muchacha de Servicio y comercializarlo con gran éxito, Dan emprende el diseño de Frank Flexible, que se perfila como una gran revolución. Es entonces cuando sus compañeros de empresa, mediante varias jugarretas legales, le dejan totalmente en la estacada.
La solución del protagonista a la pregunta con la que empieza esta entrada es, entonces, la criogenización. Congelarse para despertar treinta años más adelante (concretamente, en el año 2000), en una ciudad donde a los que han tomado esa alternativa se les llama "durmientes". Será allí donde Davis descubrirá que...
Y hasta ahí puedo contar.
Leído hoy, Puerta al Verano sorprende. No por su argumento, ya que en lo referente a viajes en el tiempo se ha escrito mucho y muy variado. Tampoco por ser una historia con giros impredecibles o un final arrollador, porque al contrario, en general resulta bastante predecible. Pero es un libro asombroso si la historia se contextualiza. Hay que tener en cuenta que se trata de una novela escrita en 1957, y sin embargo, al más puro estilo Verne, es capaz de imaginar avances tecnológicos que hoy en día resultan bastante comunes, como los robots de limpieza o el uso de componentes electrónicos estándar para reducir costes y hablar de teorías espacio/temporales, hoy en día están muy en boca de muchos científicos e investigadores.
De este modo, Heinlein logra crear unos personajes y un universo muy sólidos, consistentes y creíbles. Muchas novelas futuristas no son capaces de sobrevivir al año en que se ubican. Los escritores hablan de avances o inventos que no solo no existen, sino que la ciencia ha avanzado por derroteros totalmente distintos. En cambio, el autor de Starship Troopers tiene la maestría de hablar no solo de unos avances cientifico/técnicos que en parte se han visto plasmados en la realidad casi cincuenta años más tarde, o un proceso de creación ingenieril perfectamente lógico (sin duda los estudios en ingeniería mecánica de Heinlein influenciaron estas partes del relato), sino que también presenta una estructura social futurista que podría perfectamente pasar por verídica, donde la gente desconfía de los "durmientes".
No suele gustarme repetir ajadas citas cuando escribo una crítica, pero en este caso no puedo sino coincidir en que "Si no has leído a Heinlein, no has leído ciencia ficción; si no has leído esta novela, no has leído a Heinlein".
Plenamente recomendable.
En Puerta al Verano, Heinlein pone ante esa pregunta a Dan B. Davis, un ingeniero e inventor que se dedica a diseñar robots de domótica, que ama su trabajo y disfruta con él. Después de haber creado un robot llamado Muchacha de Servicio y comercializarlo con gran éxito, Dan emprende el diseño de Frank Flexible, que se perfila como una gran revolución. Es entonces cuando sus compañeros de empresa, mediante varias jugarretas legales, le dejan totalmente en la estacada.
La solución del protagonista a la pregunta con la que empieza esta entrada es, entonces, la criogenización. Congelarse para despertar treinta años más adelante (concretamente, en el año 2000), en una ciudad donde a los que han tomado esa alternativa se les llama "durmientes". Será allí donde Davis descubrirá que...
Y hasta ahí puedo contar.
Leído hoy, Puerta al Verano sorprende. No por su argumento, ya que en lo referente a viajes en el tiempo se ha escrito mucho y muy variado. Tampoco por ser una historia con giros impredecibles o un final arrollador, porque al contrario, en general resulta bastante predecible. Pero es un libro asombroso si la historia se contextualiza. Hay que tener en cuenta que se trata de una novela escrita en 1957, y sin embargo, al más puro estilo Verne, es capaz de imaginar avances tecnológicos que hoy en día resultan bastante comunes, como los robots de limpieza o el uso de componentes electrónicos estándar para reducir costes y hablar de teorías espacio/temporales, hoy en día están muy en boca de muchos científicos e investigadores.
De este modo, Heinlein logra crear unos personajes y un universo muy sólidos, consistentes y creíbles. Muchas novelas futuristas no son capaces de sobrevivir al año en que se ubican. Los escritores hablan de avances o inventos que no solo no existen, sino que la ciencia ha avanzado por derroteros totalmente distintos. En cambio, el autor de Starship Troopers tiene la maestría de hablar no solo de unos avances cientifico/técnicos que en parte se han visto plasmados en la realidad casi cincuenta años más tarde, o un proceso de creación ingenieril perfectamente lógico (sin duda los estudios en ingeniería mecánica de Heinlein influenciaron estas partes del relato), sino que también presenta una estructura social futurista que podría perfectamente pasar por verídica, donde la gente desconfía de los "durmientes".
No suele gustarme repetir ajadas citas cuando escribo una crítica, pero en este caso no puedo sino coincidir en que "Si no has leído a Heinlein, no has leído ciencia ficción; si no has leído esta novela, no has leído a Heinlein".
Plenamente recomendable.
Lpr.
1 comentarios:
Una estupenda novela de ciencia-ficción con mayúsculas. Esta es la CF buena, la que coge ideas más o menos comunes y las lleva hasta sus últimas consecuencias. algunos que yo conozco dirían "sí, vale, pero, ¿si es CF, por qué nunca disparan con láser?"
Publicar un comentario